viernes, 8 de agosto de 2008

Rectores

Periodos:

María Pérez de Polo (Q.E.P.D)
1948 - 1964


Catalina Franco de Páez

1964 - 1977


Zipa Visbal Moscote
1977 - 1993


Alejandro Fernández Yepez
1993 - Actualidad

jueves, 7 de agosto de 2008

Notas de doña Zipa Visbal Moscote


Ha pasado mucha agua por debajo del puente pero no la suficiente para provocar lagunas en la memoria de Zipa Visbal Moscote. Después de 15 años desde aquel agosto de 1.993 cuando abandonó el Politécnico como la última directora de un matriarcado absoluto, conserva intacto el tono grave de su voz y el aire de mujer recia e imponente que la caracterizó en su 17 años de directiva docente Su cabello recién peinado, sus uñas esmaltadas, su camisa de olán y la fragancia discreta de una colonia revelan una vanidad que mantiene inalterable a sus 80 años. Sin asomo de nervios y pistas borrosas, despacha sin desparpajo el ejercicio de la conversación iniciando un tema, deshaciendo otro, evadiendo alguno y prolongando .y asegurando que hay Zipa para el recuerdo y la nostalgia. Complacida que el plantel donde cerró filas a su ejercicio como maestra c este de plácemes por 60 años de servicio a la región.


Pronosticando seguramente el carácter de jefe que tendría en su paso por la vida, su padre le dio por nombre Zipa, (en lengua Chibcha significa gran señor) en honor al jefe indígena del pueblo Muisca en Bacatá. Asegura jocosamente que muy posiblemente en toda el país, ninguna mujer lleva su nombre y que esa distinción y exclusividad la hace más orgullosa de ello. Sexta hija en un hogar cruzado por un bisabuelo o tatarabuelo español, un abuelo paterno de Ciénaga y un abuelo materno de San Juan del César (Guajira) le correspondió en suerte nacer en Aracataca (Magdalena) un 21 de marzo. Se le ensombrece la mirada cuando asegura que de su padre heredó el gusto por la buena lectura, y lo recuerda como un papá afectuoso, cariñoso y buen trabajador pero que de su madre prolongó el carácter que para muchos puede ser severo pero que al final quienes la han tratado reconocen en ella que tras su aparente hostilidad está una mujer bondadosa y generosa y sobre todo una buena persona.

Le coincidencia del mes de su nacimiento con la fecha de cumpleaños del colegio Politécnico, asegura que siempre la hacia feliz tener dos festejos en una sola temporada.


Entre su inventario de recuerdos, evoca que su condición de maestra por vocación la certificó la escuela Normal de Santa Marta cuando apenas tenía 15 años. Estrenó sus emociones de maestra nueva en la escuela nro. 1 para niños en el barrio Rébolo presintiendo en esas calles arenosas que Barranquilla sería una ciudad de progreso. Asegura que fue una época grata saberse útil enseñando las primeras letras a niños ansiosos, respetuosos que sólo con una mirada o una frase entonada con vigor se disciplinaba el mínimo intento de desorden y de irreverencia. Manifiesta que ahora son otros los tiempos y que los estudiantes reaccionan de manera más resuelta, más independiente. Sin embargo, afirma que podrán darse muchos cambios apoyados por leyes, que la tecnología podrá modernizar todo pero lo que si se mantendrá inalterable por toda la vida es la emoción que da enseñar y aprender de manera personalizada. Trabajó como profesora de comportamiento y salud en el colegio Barranquilla para señoritas y en ese tránsito experimentó trabajar con estudiantes mayores.

Sin embargo su aspiración de ascender, la llevó nuevamente a los pasillos de una institución educativa en calidad de estudiante. Se matriculó en la facultad de educación de la Corporación Universitaria de la Costa y se graduó como psicopedagoga

Cuando llegó al Politécnico en el año 1977 como directora, ya tenía ensayado el libreto toda vez que venía de ocupar el cargo de rectora en la escuela nro10 para niñas, cerca de la iglesia El Rosario y había experimentado el rigor de dirigir una comunidad, sin embargo confiesa que los nervios la acompañaron como a cualquier mortal el día del debut para reemplazar a la seño Catica de Franco. No olvida que ese día, más que otro, se aseguró con sus infaltables medias veladas y su vestido sastre de color macondiano estar elegante para la ocasión Capturó su atención, un colegio organizado, limpio, inmenso para una población relativamente escasa, y un cuerpo de profesores colaboradores. Asegura que a los tres días ya se sentía como “Pedro por su casa”, como ama y señora husmeando los rincones y caminando de aquí para allá para confirmar que la casa tenía nueva dueña. De los primeros amigos que tuvo en el colegio, menciona a Beatriz Benavides (q.e,p.d), María Vélez, Berna Barrera, Elis García, Ismael Sarmiento, José Mendoza, Hernán Alvarez, Addis Obesso, Miriam Castillo y decide detener la lista por temor que alguno quede sin mencionar.


Quienes la conocieron, aseguran que su administración se caracterizó por un toque humano porque en su terquedad y mando de maestra de las de antes, conoció los excesos y debilidades de sus colaboradores y que admite que en algunos casos pudo calificada como atrevida e insolente pero que todo con la sana pretención de prtegerlos y hacerles notar los errores y desaciertos que tendrían un alto costo emocional.


Y para asegurarse un lugar en la historia del colegio, la seño Zipa piedra a piedra construyó, culmino e inauguró el paraninfo de la institución que se suma como uno de los logros más importantes de su administración. Que viva la seño Zipa, brindemos por su nostalgia y porque sabemos agradecerle su consagración como maestra interesada en el progreso. Nos despide, recomendando que cuidemos el colrgio y que mantengamos la fe en los buenos tiempos para poder vivir otros 60, 100, 200.. años y con una consiga inusual arenga “viva el partido liberal”